Una señora con un vendaje muy aflojado en su tobillo derecho mira el reloj de pulsera, plateado de cadena fina, con tantos otoños en sus agujas como en los arrugas de la mirada de esta paciente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM).
—¿A qué hora llevas tú hijo?
—A las 11.35.
—Yo a las 12.05. A ver si me llaman pronto.
—Pero, ¿ha pasado usted el volante por la máquina que han puesto en la otra sala? Tiene que pasar el volante, su tarjeta del médico o el DNI, entonces le sale un ticket y en esa pantalla de ahí delante le dicen cuándo le toca y en qué consulta —le contesta el otro paciente.
La señora se queda unos segundos sin contestar ni decir palabra alguna. No ha entendido nada en absoluto. Pasados 80 o 100 segundos en que los nervios no la dejan sino estirarse la falta y mirarse el vendaje del tobillo, vuelve a preguntar:
—Entonces, ¿a las 12.05 me va a ver a mí Don Jose Ramón? ¿O no?
El señor se llena de paciencia, deja de mirar su teléfono móvil concentrado en la puntuación del Candy Crush y acompaña a la señora a la otra sala donde el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha ha habilitado unos expendedores de tickets como los de la Zona Azul. Allí tienes que pasar el volante por las lucecitas rojas de colores (lector de códigos), meter la tarjeta del médico o teclear tu DNI.
Entonces te saldrá un papelito donde indican un código (letras y números).
Luego te vas a la sala de espera donde hay una pantalla semigigante que va indicando para cada código una consulta. Así que cuando aparece tu cógido X4J-Consulta 15, te vas a la consulta 15.
Sencillo… si estás acostumbrado a las nuevas tecnologías. Aunque basta echar un vistazo a las salas de espera de cualquier centro hospitalario de Albacete para poner en entredicho esta cuestión.
La señora y el señor hablan y les surgen las dudas al respecto de si con el nuevo sistema servirá de algo la hora de referencia en la cita. ¿Entrará antes quien llegue antes a la máquina expendedora de papelillos o el médico llamará por turnos?
Esta nueva maquinaria sirve para facilitar la tarea a los usuarios, o sea pacientes, así como a los medicos quienes a través del programa informático MAMBRINO (que costó 149.899 euros), llaman a los pacientes, teclean sus historiales, ven los informes de esas mismas personas. Todo online, todo al momento… salvo que el sistema se cuelgue… y la información que el médico está tecleando durante toda una mañana desaparezca por estas cosas de no haber reiniciado o refrescado la página. Problemas diminutos cuando un profesional dispone de tiempo suficiente para pelear con los ordenadores. Pero cuando no es así, los problemas diminutos se convierten en grandes trabas, como así han manifestado más de dos profesionales del sector sanitario.
Con el nuevo sistema, el personal de apoyo de las salas de espera tiene doble trabajo pero lo hacen con una amabilidad que raya lo sobrehumano, repitiendo una y otra vez coletillas como, «¿ha traído el volante? Ahora espere su turno en la sala de espera. Coloque bien el código. Dígame su DNI que yo lo tecleo. No se preocupe usted, a la tercera ya le sale solo».