Congreso Internacional de Luis Martín-Santos

Tiempo de ruido

  • Martín-Santos médico psiquiatra detenido y encarcelado por su actividad política antifranquista. Vida literaria truncada en un accidente de automóvil a los 39 años.
  • Porque no es lo mismo decir que hacer, el autor criticó el estatus al que él mismo pertenecía.
  • ¿Ha habido una novela tan comprometida después de Tiempo de Silencio en España? ¿Son los cuidados la verdadera revolución?

Ana Cuevas

Vivimos rodeados de ruido, pero con una sensación de silencio impotente parecida a la que describe Luis Martín-Santos (1924-1964). El presente es una repetición de tiempo estancado. La intelectualidad no presta atención hoy a la brecha medio rural, medio urbano. Y mucho menos a la vida de barrio, lugares donde acabaron los que llegaron de los pueblos. Tampoco a la salud mental y a la des-ins-ti-tu-cio-na-li-za-ción del sistema de cuidados que sobrecarga a las familias y fundamentalmente a las mujeres, la mayoría de las veces. Todos ellos temas presentes en la obra del joven psiquiatra y brillante escritor, cuya vida se vio truncada por un accidente de tráfico en 1964. Viudo, con 39 años, fue padre de 4 hijos.

Cuando volví a Tiempo de Silencio, -más de 20 años después, lectura obligada en bachillerato- vi rápidamente como esos personajes que viven en las chabolas en las afueras de Madrid son los emigrantes de los que habla Sergio del Molino en La España Vacía (2016). Reconocí a los protagonistas del éxodo rural mucho después de mi propia adolescencia, después de mi etapa universitaria en Madrid y, desgraciadamente, viendo el transcurrir de este país. No era fácil comprenderlo con 17 años. Son los mismos personajes de otro aragonés, Luis Buñuel, y sus protagonistas de Las Hurdes, tierra sin pan, o los de Viridiana (1961).

«Que las ciudades se estratifican y que los ricos temen a los pobres y buscan protegerse de ellos no solo con tapias y alarmas, sino con leyendas en las que los pobres hacen el papel de lobos y ogros», Sergio del Molino (2016) en La España vacía.

La forma de escribir de Luis Martín-Santos es por su influencia del modernismo europeo, tras su paso por Heidelberg y París, a mediados del siglo pasado y, por supuesto, su capacidad intelectual y sus lecturas filosóficas. Pero su mensaje es por su experiencia y compromiso profesional. Ganó la plaza por oposición de director del Hospital Psiquiátrico de Ciudad Real en 1950 y pocos meses después en los Servicios Psiquiátricos en Guipúzcoa. Conocía bien la mentalidad de la burguesía de provincias y también a los exiliados de los pueblos a la capital.

«De este modo podremos llegar a comprender que un hombre es la imagen de una ciudad y una ciudad las vísceras puestas al revés de un hombre . . . una ciudad. . . donde el hombre no puede perderse aunque lo quiera porque mil, diez mil, cien mil pares de ojos lo clasifican y disponen, lo reconocen y abrazan, lo identifican y salvan, le permiten encontrarse cuando más se creía en su lugar natural: en la cárcel, en el orfelinato, en la comisaría, en el manicomio, en el quirófano de urgencia, que el hombre —AQUÍ— ya no es de pueblo, que ya no ES de pueblo, que ya no PARECES de pueblo».

La localización espacial hace a las persona. La importancia de las casas y el hogar que describe Jorge Dioni en sus libros, La España de las piscinas o El malestar de las ciudades; o la película El 47, en este caso para hablar del movimiento vecinal en Barcelona. Problemas actuales: el encarecimiento de la vivienda, la especulación, la gentrificación que desplaza a los residentes de más bajos ingresos.

Hoy, miles de estudiantes de pueblo no pueden ni soñar estudiar y buscarse la vida en Madrid. Como sí pude hacer yo y otros jóvenes de mi generación recién estrenado el siglo XXI. Hoy, veinticinco años después, la vergüenza de no poder pagar ni una habitación en un piso viejo compartido acecha a los pocos hijos de trabajadores que quedan en el medio rural y que volverán a ser expulsados antes de entrar.

Pero son temas que los intelectuales prefieren no espolear. Se ha perdido el sentido de la realidad, de una sociedad desinformada a pesar de tener mayor acceso que nunca. Martín-Santos era incómodo. Hoy le llamarían «problemático» porque incomodaba lo que escribía. Y, sin embargo, fue uno de los mayores escritores de la posguerra, tan necesario.

El vientre hinchado, novela inédita. No se publicó, no se enfrentó a la censura. Por eso habla con más libertad.

Primero, «la casa con cuadra y granero donde transcurre la vida cotidiana de seres rústicos, primarios; frente al amo y señor. La mujer, la criada». Y desde el inicio la trama son «sus relaciones, la rutina las costumbres y los trabajos agrícolas según las estaciones del año» que marcan el devenir de la vida rural de los pobres en el prólogo de El vientre hinchado (Díaz Navarro, Epícteto, Novelas Inéditas, Luis Martín Santos, 2025).

En esta obra inédita se menciona solo un lugar, Daimiel, en una conversación entre criados. Y todos los días comen lo  mismo: «gachas, con aceite y sal, a lo que se añade embutido o tocino, leche de cabra y de vez en cuando patatas». «No es secundario saber que el amo se reserva lo mejor para él», señala Epícteto.

«En todo se refleja la situación de dominio del amo, ante la ingenuidad de la mujer y la deficiencia psíquica del criado. Una parodia de la familia, tan ensalzada por el poder político de entonces», Epícteto Díaz Navarro sobre El vientre hinchado en Novelas Inéditas (2025).

Refleja una sociedad masculinizada rural donde la señora ni aparece, porque para Martín-Santos seguramente se encuentra viviendo en libertad en la ciudad.

La criada se debate entre la cobardía del pastor y el poder del amo. Cuando queda embarazada es ella la que se ve obligada a abandonar la casa, en la que se queda en el aire que es por su reputación, ¿pero ante quién? La dejan preñada y es ella la que tiene que irse.

Es una crítica al poder patriarcal y la única dignidad que se manifiesta es la de la mujer y la que da el paisaje de la naturaleza fuera de las casa, a la que le dedica las metáforas. La belleza de la naturaleza que parece tapar los verdaderos problemas.

La casa y las tierras del amo están lejos del mar. Una evocación que escribirá también en Tiempo de Silencio. Él se dio cuenta de niño que era rico porque era consciente de otros que no podían ir a la playa y ese sentimiento de privilegio lo denuncia en su obra.

Tiempo de Silencio, la obra maestra, publicada en pleno franquismo

No se ha escrito una novela así por ningún autor comprometido en el último siglo. Lo dijo, el catedrático de Literatura de la Universidad de Barcelona, Jordi Gracia en el Congreso Internacional de Luis Martín-Santos en el Teatro Español de Madrid (9 de mayo de 2025). Y tiene razón. Es un grito desesperado, una bofetada por la impotencia, un desgarro taponado con sus recursos literarios para poder pasar la censura.

Coincido con Jordi Gracia en la «potencia técnica y la sofisticación literaria» del autor para describir la «pasividad de una España repulsiva». Y cómo la visita a la casa de los señoritos es una sátira y ridiculización absoluta contra lo burgués en esa sociedad de los años 50. También en la utilización de adjetivos para describir el ambiente. Recopilé unos cuantos:

«Zafiedad y pobreza. Miseria social y física. La putrefacción de la sociedad de la posguerra, la sociedad del franquismo. El desengaño, como continuidad del sistema de los perdedores. El erotismo amputado. No existe satisfacción ni en el burdel. Liturgia del macho. Pasividad, impotencia, resignación, que el escritor no comparte. Asco, para tener que hablar con el alcalde o con el cura».

El mismo Martín-Santos definió lo que para él es la labor del novelista, «destruir mediante una crítica aguda de lo injusto». Y así describe a la sociedad de la posguerra madrileña, fijándose en las herramientas, los tipos de vida y los objetos. En las chabolas de las afueras de Madrid transcurre la vida familiar de el Muecas. En la ciudad come lo mismo que comía el criado en Vientre Hinchado, «solo gachas y tocino» aunque viva en Madrid. «Hombre peninsular con el cerebro disminuido por la dieta monótona», señala el psiquiatra a través de la voz del narrador, Pedro.

La desolación de las familias. Familias lejanas del mar:

«¿Qué posibilidad tienen las mal alimentadas muchachas toledanas para que los ratones pervivan y críen? (…) Las hijas del Muecas. «Hay ciudades tan descabaladas y llevadas por gobernantes arbitrareos, tan caprichosamente edificadas en desiertos, tan parcamente pobladas por una continuidad aprehensible de familias, tan lejanas de un mar»  (…)

Aspecto que destacaba para los personajes de Vientre hinchado, su primera novela no publicada. Y frente a camastros en el suelo donde duermen hacinadas las familias, la cama del hostal en habitación individual. Frente a las jaulas de ratones de los pobres, los laboratorios. Frente al rudimentario bar de las chavolas, los cafés y bares del centro de Madrid.

Un espejismo esperpéntico ante la indiferencia de los ricos y de los inquietos intelectuales. Y, las mujeres siempre un peldaño más bajo. Pero, al final, los ratones viven gracias a los cuidados de ellas, incluso en las condiciones más infrahumanas y nauseabundas.

La miseria de la condición humana, la familia como una jaula, ninguno de los que le criticaron fueron capaces de escribir una novela igual. Un siglo después su mensaje ibérico es contemporáneo. Y su novela, retrato de una sociedad reprimida, traducida a más de 25 idiomas.

Viaje hasta el límite, una de sus obras teatrales donde las protagonistas son las mujeres

Martín-Santos solo publicó una novela antes de cumplir los 40 años pero escribió durante 20 años libros de psiquiatría, novelas, teatro y otros relatos. Sus hijos han recuperado sus escritos y por primera vez se lleva al teatro una de ellas Viaje hasta el límite de la mano del director, Eduardo Vasco. Se representa hasta el 8 de junio en el Teatro Español.

Si pueden, vayan a verla para entender mejor la realidad de nuestro país. De dónde viene.


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