El acusado de intentar asesinar a un hombre a patadas en la puerta de un bar de Albacete ha sido condenado a los siete años y medio de cárcel que pedía el fiscal y con los que estuvo de acuerdo hasta su abogado defensor porque en el juicio él mismo reconoció haber dado la brutal paliza que casi le cuesta la vida a la víctima.
Ocurrió el 1 de abril del año pasado. Tras una breve discusión, el ahora condenado le pegó un puñetazo en la cabeza a su víctima, que cayó semiinconsciente al suelo tras golpearse con un coche que estaba aparcado. Una vez en el suelo, como decimos, casi inconsciente, la emprendió a patadas en la cabeza con él y acto seguido se marchó dejando al hombre malherido tirado en la calle y sangrando.
En su sentencia, la Sala Primera de la Audiencia Provincial de Albacete, explica que eso es un intento de asesinato y no otra cosa, primero, porque el hecho de que tratara matarlo queda claro por la brutalidad de los golpes, en la cabeza, con la víctima semiinconsciente.
Para rematar “el agresor abandonó el lugar dejando a la víctima en el suelo, sangrando por la cabeza, demostrando con ello el deseo de matar al agredido o al menos la poca importancia que le daba a la posibilidad de que el resultado de su acción fuera su muerte”.
Significa que, estuviera o no planeado, fuese desde el principio de la agresión o no la intención del acusado, lo cierto es que tal y como actuó no sólo trataba de hacerle daño, de herirle, sino que trató de quitarle la vida o al menos sabía que si le agredía de esa forma tan brutal podía matarlo y no le importó, lo aceptó. Y lo intentó del todo, porque si no llega a ser porque el hombre recibió atención médica en seguida, habría fallecido. Así que eso, en lenguaje jurídico, es una tentativa acabada, algo que se tiene en cuenta para graduar penas y sustentar la argumentación de las sentencias.
Pero además, es un asesinato y no un homicidio –la diferencia pueden ser 10 años de cárcel- porque ese intento de matar se realizó con alevosía, y esa alevosía se dio sobre todo por “la situación de absoluta indefensión en la que se encontraba” la víctima, según citan los magistrados.
Hay muchas más cuestiones jurídicas que se dan en la argumentación de la sentencia que acaba de conocerse, apenas dos semanas tras celebrarse el juicio, pero la conclusión es clara: culpable de un delito intentado de asesinato.
La pena: siete años, seis meses y un día de cárcel, junto con una indemnización para la víctima de 13.525 euros.
Esta sentencia se puede recurrir ante el Tribunal Supremo, recurso que parece poco previsible dado que tanto el acusado y su abogado como el fiscal que es quien acusa, estuvieron de acuerdo con esta condena en el juicio.