Lo malo de leer historia es que los datos suelen ser testarudos y confirman que las personas solemos ser más testarudas, vemos lo blanco negro y lo negro color crema.
Leyendo, leyendo nos enteramos de que se han proyectado algunas líneas de ferrocarril, de 160 y 270 kilómetros respectivamente. La primera de ellas saldría de Manzanares, en Ciudad Real, para cruzar por el Ballestero y Balazote hasta alcanzar Albacete. ¿Cuánto valor tendría el suelo industrial ancho, llano y amplio de toda esa zona si el tren de mercancías y pasajeros cruzase esta zona? El cálculo está hecho. Cercano de 12 millones de pesetas.
¡Cáspita!
¿Es que no se usan las pesetas en la provincia de Albacete?
Claro, me estoy confundiendo y estoy confundiendo a quien lea este artículo.
Empiezo de nuevo: había una vez varios proyectos de líneas de ferrocarril en el siglo XIX que cruzarían por esta bonita provincia. La provincia bien comunicada por excelencia, con el exterior.
Otra de las líneas proyectadas unía Albacete con Úbeda y pasaría por San Juan de Alcaraz (léase Riópar). Pero como este proyecto no funcionó, en 1893 se diseñó otro, ¿por dónde pasaba? Albacete, el Salobral, Peñas de San Pedro, Pozohondo, Alcadozo, Bogarra, Ayna, Líetor, Elche de la Sierra, Yeste, Riópar, Siles y Orcera.
El estudio realizado en la época concretaba los beneficios posibles en casi diez millones de pesetas. El beneficio actual sería mucho mayor: podría privatizarse y rascar algo al dinero público, ese cajón desastre que llenamos tú y yo con los impuestos, no lo olvides.
Bueno, era el siglo XIX; época de soñadores. Pero luego llegó el XX, en 1926, dentro de un Plan Urgente de Construcciones se aprobó el tramo Baeza Albacete y tres años más tarde el Albacete Utiel, pero como bien dice Bernardo Zornoza «este ferrocarril ha sido la pesadilla de la ciudad. Siempre con promesas no cumplidas y muchas ilusiones frustradas».
En los años 30 del siglo pasado los ingenieros San Gil Coronel y Pinto Gómez advirtieron que las obras «afectan tan directamente a la economía nacional que no es posible que haya gobierno que pueda ordenar la suspensión de los trabajos, (…) para ver cómo desaparece el aislamiento que los consume en la miseria».
Las obras siguieron, sí, siguieron hasta los años 60, pero el Banco Mundial desaconsejó terminarlas, y el Ministerio de Transportes en 1978, también. ¿Os imagináis el problema en cuestión? Las pesetas.
Si queréis saber qué ha sucedido con las vías, con los túneles, sólo tenéis que dar un paseo por la vía verde y ver si vuestros pasos os permiten llegar hasta la sierra. Si queréis saber qué sucedió con el dinero, tendréis que hacer un esfuerzo de imaginación porque el dinero público es como un buen truco de magia: aparece y desaparece según el mago.
Seguid imaginando: una provincia con pueblos comunicados entre sí.
Bien es cierto que hay momentos en que no se pueden acometer inversiones pero si echamos un vistazo a cómo está la provincia, echamos un vistazo a la hemeroteca y la historia, podemos asegurar que hubo dinero para unas inversiones y para otras no.
No lo digo yo, lo dicen los libros, lo han dicho los historiadores de la provincia (muchos, muy buenos, algunos incluso silenciados y censurados), lo dijeron los ingenieros, lo dicen los caminos, las vías vacías y los sueños abandonados de muchas personas.