Coronavirus en Albacete

Solidaridad y amor en tiempos difíciles

Javier Carmona

Tan solo en pocos días todo ha cambiado radicalmente. Hemos desembocado en una extraña situación de parálisis social. El coronavirus flota en el aire  de las ciudades y se extiende por el suelo, recordándome la novela «Dueño del Mundo», de Julio Verne, escrita en su etapa pesimista, con tres artefactos dañinos que dominaban aire, tierra y mar.

Esta pandemia quizá sea un ultimátum del propio ecosistema de la Tierra antes de sacudirse a esta especie humana tan incómoda y que destruye  el medio ambiente que le rodea y que, paradójicamente, le permite vivir y comer. Los siete mil millones de súper depredadores llevamos más de un siglo amenazando de muerte al único planeta habitado del Sistema Solar: La Tierra.

Ahora, en marzo de 2020, nos damos cuenta de nuestra verdadera fragilidad. El ambiente silencioso y el cielo gris y claro dan una sensación fantasmagórica que envuelve las calles con un manto muy desagradable. La falta de ciertos productos en los mercados demuestra el egoísmo que tenemos en nuestra ansia del «sálvese quien pueda» y saca lo peor de la condición humana.

Sin embargo, en nuestro conjunto, esta crisis mundial también nos muestra la cara buena de la sociedad: los sanitarios no reculan en absoluto de su inconmensurable trabajo, los agricultores, ganaderos, silvicultores y pescadores siguen ahí, los voluntarios de protección civil ayudan a las personas desvalidas en sus domicilios, algunos restaurantes ofrecen comida gratis a domicilio para los más necesitados, los humoristas nos hacen reír en el día a día y los grupos activos en las redes sociales nos ayudan a sobrellevar esta mala situación.

Somos seres sociales, no podemos evitarlo.

Hay confinamiento en casa que nos produce desasosiego. En la calle hay recelo. Sí, hay mucho miedo, y nuestros mayores lo tienen especial y justificadamente.

Pero no estamos solos en la lucha. El Gobierno de España está mostrando una solidez  y una capacidad de respuesta en movilización de medios humanos y materiales que nos están devolviendo la confianza perdida en las instituciones. Los  despliegues bien coordinados de Policía, Guardia Civil y Ejército Español junto con la gigantesca inyección económica de dinero público para salvaguardar nuestra economía, dirigida a los más necesitados, demuestra el «saber hacer»  del Gobierno de España y su sensibilidad social. Los mensajes del Presidente del Gobierno son conmovedores y van cargados de esperanza. Un gobierno que se ha puesto, y nos ha puesto, la camisa blanca de mi esperanza, de Ana Belén.

Edificios públicos del Estado y también lugares religiosos se adecúan para acoger a los sin techo y proteger a los agotados.

Las personas estamos pensando: ¡qué frágiles somos! Pero nos hemos dado cuenta ahora, con la llegada del coronavirus. Solo pensábamos en nuestra vulnerabilidad al morir un familiar o un amigo querido, cuando decíamos: «no somos nadie, hay que vivir cada momento». Pero esa intención duraba solo lo justo, enseguida la rutina con sus quehaceres «urgentes»  y nuestro deseo de ascender y de poseer más que los otros, tendía a apoderarse de nosotros sin mucha demora, apretando como una tenaza.

El peligro al contagio y a padecer la enfermedad son ciertos, pero, ¡démosle una oportunidad al espíritu ciudadano y al amor! Respira profundo, limpia aún más tu casa, y haz ejercicio físico y mental todos los días, pero sobre todo, ama a los demás.

El trinar de los pájaros nos sigue despertando, el cielo se va despejando, la primavera ya está aquí, y siempre nos tendremos los unos a los otros.

Saca lo mejor de ti para todos: lucha por el común. Suerte, ánimo y paciencia, amigos.

Albacete, 18 de marzo de 2020.

Fco Javier Carmona García

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