Desde hace 15 días pasamos más tiempo relacionándonos por Internet a través de dispositivos móviles y ordenadores que en la vida real. Responsabilizar a la población de la irresponsabilidad de los que recortaron la Sanidad pública en las comunidades autónomas y en el país, es una técnica más antigua que el hilo negro y en la que caen más fácilmente, los mismos que votaron a los culpables de semejante inhumanidad.
Convertidos en pseudopolicías o viejas del visillo, les parece más sencillo ejercitar el deporte nacional de los mediocres: la crítica al vecino. En lugar de leer, cocinar, meditar, escribir, coser, cantar… ¡Qué se yo, lo que sea! Menos estar pendiente de los demás y ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Los todólogos y los capitanes ‘a posteriori’ salen de sus ratoneras para decir cualquier cosa, menos hablar de ellos mismos. Cuídense de los que escupen odio, comparten información sin contrastar, casi todo bulos y te dan una imagen atroz del mundo. La mayoría de la gente no es como ellos, aunque hagan más ruido. Son los mismos que en la vida normal y cara a cara te contarían algo de otra persona, sólo porque les divierte, sin saber si es cierto o no. Han destrozado vidas.
Aún así, hay que tener esperanza. Hay más gente buena que mala, aunque no te manden mensajes falsos, sacados de contexto, o llenos de terrorismo por whatsapp.
En Albacete ha ocurrido algo insólito. Después de años soportando un servicio de Urgencias caótico desde que gobernó el PP en el año 2011 y habiendo adquirido hábitos fáciles de asumir pero difíciles de cambiar; resulta que en una situación de máximo estrés en plena pandemia, graban un vídeo en bucle de pasillos del viejo Hospital de la capital, con una manipulación de audio al que se le añade después en una casa de un particular.
Que conste antes de nada el máximo respeto al personal sanitario que estos días les toca afanarse para salvar vidas. Pero precisamente, por eso, no se puede ofrecer una imagen desesperada solo de una parte. Hay profesionales dejándose la piel y no buscando culpables, a los que no les gusta que ésto haya pasado. Utilizar a enfermos y muertos para hacer propaganda y a ellos mismos, les repulsa.
En pleno Estado de Alarma y en una situación de emergencia, sin precedentes, como la que estamos viviendo, muchos de nuestros mayores y personas vulnerables hubieran preferido saber que un ejército civil de bomberos de GEACAM, estaban montando camas en la Facultad de Medicina, para los pacientes menos graves, conectados a través de la dichosa pasarela, por ejemplo. O que las consultas externas del Hospital Perpetuo Socorro se han habilitado para acoger camas cerca de los equipos, donde se pueda hacer una radiografía o pruebas inmediatas, ordenados por el Gobierno regional.
Lo cierto es que nadie imaginaba que ésto iba a suceder. Muchos profesionales pensaban que era una gripe algo más grave. Generar psicosis hace que el ser humano se paralice y no se hagan las cosas bien. Sabemos seguro que es lo único que no ayuda, aunque tuviésemos millones de hospitales. Hacen todo lo que pueden.
La colaboración de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Gobierno central está siendo clave en estos momentos en los que todavía no hemos alcanzado el pico. Queda mucho por hacer, faltan protecciones -eso no es nuevo, protección y cuidados-. Aún así la ciudadanía, en general, está dando un ejemplo reconocido hasta por las autoridades europeas. Pero algunos, fruto del miedo, solo quieren contar lo malo.
Informar no es alarmar. Y si una persona dice que llueve y otra que no, el trabajo de un periodista debería ser abrir la ventana y averiguar si llueve para quienes no podemos abrir la ventana. No contar que llueve o no, en función de tus ideas sobre la lluvia para generar polémica sobre el agua. Así como el buen periodismo no debe dar voz a ambas partes si una dice que llueve y otra dice que no. El trabajo como periodista NO es darle voz a ambas, insisto. Es abrir la puta ventana y ver si está lloviendo. Muchos comprabarán, directamente, que cuando nos meaban encima, ellos contaban que estaba lloviendo, mucho antes de que llegara el aguacero. Cuando no hacían todo lo que podían por la gente.