Revelación imprevista

Tras la supresión durante la primavera pasada de las actividades presenciales, se han retomado las representaciones del Aula de Teatro en la UP de Albacete. Un crimen execrable es un ejemplo del trabajo que se ha podido ir desarrollando durante este tiempo

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Denn Leiden ist Objektivität, die auf dem Subjekt lastet; was es als sein Subjektivstes erfährt, sein Ausdruck, ist objektiv vermittelt. [Band 6: Negative Dialektik. Jargon der Eigentlichkeit: Einleitung. Theoder W. Adorno: Gesammelte Schriften, S. 2853 (vgl. GS 6, S. 29)]

Porque el sufrimiento es objetividad que pesa sobre el sujeto; lo que éste experimenta como lo más subjetivo, su propia expresión, está mediado objetivamente.

 


 

Se han retomado las representaciones del Aula de Teatro en la Universidad Popular de Albacete. Con la pandemia en primavera de 2020 se suprimieron las actividades presenciales. La práctica real se redujo a preparar piezas de monólogos o diálogos en interacción, cada uno desde su domicilio. Experiencias nuevas a través de la red, que pusieron de manifiesto, a veces, determinado nivel de ingenio, pero que siempre ofrecieron mucho interés, al tratarse de afrontar en cada caso situaciones inéditas y poco previsibles desde las condiciones anteriores.

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Este curso presente, con fluctuaciones, se ha ido haciendo lo que se ha podido dentro de las exigencias de aforos, distancia, mascarilla etc. La obra Un crimen execrable es un ejemplo del trabajo que se ha podido ir desarrollando. Un monólogo original, intenso, de Domingo Freijomil, a partir del cual se han ido construyendo otros monólogos complementarios. Se ha preparado en clases con asistencia limitada y desarrolladas en el propio auditorio, muchas veces, para no comprometer las distancias de seguridad y las demás medidas determinadas por las autoridades sanitarias. Y con las dudas de si habría representación, si en ella se podría prescindir de las mascarillas, etc.

El resultado del esfuerzo por mantener viva y operativa, aunque con limitaciones, el Aula de Teatro se puso de manifiesto el día de su presentación, el 18 de mayo, en el que le correspondía iniciar las representaciones de este año al Taller de Investigación Teatral. Fue una gran sorpresa en muchos sentidos. En primer lugar, en la manifestación de la voluntad y la vocación de los participantes por mantener viva la actividad teatral. En segundo lugar, en comprobar la recepción del público que pudo asistir, que prácticamente llenó el recinto, con las restricciones decretadas, pero tras evitar de manera consciente que se hiciera una difusión general de la representación. Y, en tercer lugar, por la calidad de los textos teatrales, de la puesta en escena de Ángel Monteagudo y por los niveles de interpretación de las actrices y actores, especialmente de Lorenzo Agudo, al que corresponde la parte más exigente.

Hay muchos matices y mucha riqueza en la propuesta teatral. No la podemos desvelar aquí, claro. Sólo señalar un par de aspectos. Los que nos han parecido más notables, aunque no estemos seguros de que sean los más relevantes, y ni siquiera los más pertinentes.

El principal es la revelación, a través de lo que sucede en el escenario, del material teatral, de lo que el contenido general de las enunciaciones por los actores, parecen querer no tomar en consideración u ocultar. Así, tomamos algunos ejemplos del monólogo principal, que al final dota de sentido a los demás personajes:

  • ¿No es cierto que esta especie de circo que es la vida en sociedad es una enajenación colectiva?
  • La gente no tiene ni puta idea de quién soy.
  • Todo lo que hacía era rechazado, así que tuve que construirme un alter ego.
  • Me habían expulsado de esa realidad (…), tuve que fabricarme como andamiaje un constructo mental.
  • Me sentía huérfano de compasión.
  • Mi estructura mental no afectó en absoluto a mi inteligencia.
  • La relación con las mujeres estaba en el guion que me había escrito.
  • Me era imposible distinguir mis deseos genuinos de los de la persona que estaba construyendo.

¿Quién no reconoce en estos enunciados aspectos que hacen referencia a cada uno de nosotros mismos? Y, claro que, si uno parte de la afirmación pronunciada por Margaret Thatcher en las declaraciones a la revista Women´s Own el 31 de octubre de 1987, (There is no such thing as society. There are individual men and women, and there are families.), todo va adquiriendo determinados significados. ¿O es que la categoría individuo premoderna, digamos anterior a Hamlet, es la misma que la individualidad burguesa postrevolucionaria según se expresa, por ejemplo, en Las flores del mal, en la poesía de Baudelaire? Esta es la pretensión neoliberal y sobre esas categorías está construido el monólogo de referencia, según las frases señaladas. Y aprendidas sobre las instituciones que conforman esa organización social.

 


 

Desde que estoy aquí, en el Instituto Benjamenta, he conseguido volverme un enigma para mí mismo.

 


 

Le hace pensar Robert Walser al protagonista, en el primer párrafo de su novela Jacob Von Gunten, refiriéndose a la institución escolar en general.

De esas frases de la obra, por ejemplo, se pueden desprender algunos significados. Hay unos deseos genuinos, presociales, y una enajenación, un alter ego. Una inteligencia formal, una escritura cuasitransparente y una esfera afectiva, todas disociadas e independientes, etc., como correspondientes a la división social del trabajo y a la tradicional oposición entre lo privado y lo público.

Y, no es cuestión de señalarlo pormenorizadamente, lo mismo ocurre en los otros personajes que intervienen en la representación. Más en unos casos que en otros y en algunos aspectos más que en los demás. Lo que se pone de manifiesto, sobre todo en el escenario, donde estos personajes no interactúan en absoluto entre ellos. Coexisten en un espacio artificial, sin interacciones, y cada uno se relaciona a través del teléfono móvil con unas realidades no presentes. Lo llamativo es que esos mundos de referencia son simultáneamente muy realistas y, a la vez, y en contradicción, pueden estar solo, dichas realidades, en las cabezas de los personajes que con ellos se relacionan.

Rastrear por uno mismo como espectador estas circunstancias en las siguientes futuras representaciones de esta obra de teatro es un ejercicio que no se puede delegar en otras personas. Esta experiencia es exactamente el sentido de la referencia de Adorno con la que se comienza esta nota.

El milagro del teatro vuelve a ocurrir, a presentarse. Una gran suerte, contar con el Aula de Teatro de la Universidad Popular de Albacete. Lo que no se quiere mostrar, la mediación o el condicionamiento social de las categorías subjetivas con las que nos entendemos y nos explicamos a nosotros mismos, aparece claramente en la representación de la obra. El artificio nos alerta, y a veces nos cura de lo forzado, de aquello que nos sobrepasa y a lo que estamos, sin darnos cuenta bien del todo, obligados.

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