Teatro

Experiencia y rescate del tiempo

El Aula de Teatro de la Universidad Popular de Albacete conmemora, como cada año, el nacimiento de Lorca. Esta vez han representado Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores

Albacete Cuenta

El arte contemporáneo es la verdad de lo que siempre fue el arte, aunque tuvimos o seguimos teniendo con ese arte del pasado la ilusión de saber de antemano como oír, mirar o leer. (F. Zourabichvili, La literalidad, Cactus, 2023, pág. 232).

Cartel de Sara Millán

El 5 de junio era el cumpleaños de Federico García Lorca. Nació en 1898, hace 127 años. Salvo por circunstancias sobrevenidas el Aula de Teatro de la Universidad Popular de Albacete lo conmemora cada año. En esta ocasión, en todas, pero este año excepcionalmente, el acontecimiento recordado ha conllevado, además, como una forma de justificación de la necesidad de esta costumbre. Se ha puesto en escena, se ha representado, la obra de 1935 Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores estrenada en Barcelona por la compañía de Margarita Xirgu.

¿Cómo se puede hacer un comentario adecuado a lo ocurrido en el Teatro de la Paz una calurosa tarde de primavera, que le hiciera justicia y que no consistiera en una subsunción en esquemas preexistentes?

Sin darme cuenta, en el duermevela del despertar, a la mañana siguiente se me impuso el tema de la experiencia del tiempo. ¿Cómo experimentan el tiempo Rosita, el Ama, la Tía, el Tío, etc.? Y no es tanto que se quiera imponer ese tema. Es como si tuviéramos la seguridad que ése es el tema. Por ejemplo:

  • Cuando chiquita tenía que contarle todos los días el cuento de cuando ella fuera vieja. (AMA, Acto 1º)
  • Volveré en unos instantes (SOBRINO, Acto 1º)
  • Pero ella no se da cuenta de cómo pasa el tiempo (AMA, Acto 2º)
  • Pero es que en la calle noto cómo pasa el tiempo y no quiero perder las ilusiones (ROSITA, Acto 2º)
  • Ya nos queda poco tiempo en este teatro (TÍA, Acto 3º).
  • Sus cartas y su mentira hubieran alimentado mi ilusión como el primer año de su ausencia (ROSITA, Acto 3º)
  • Y sin embargo la esperanza me persigue (ROSITA, Acto 3º)
  • Te has aferrado a la idea sin ver la realidad y sin tener caridad de tu porvenir (TÍA, Acto 3º)

Y también como si ésa fuera una de las preocupaciones principales del autor. En el verano siguiente, el de su asesinato, se ensayaba Así que pasen cinco años. En el Cuadro Primero de Tercer Acto podemos, también y por ejemplo, leer:

Sobre la misma columna/ abrazados Sueño y Tiempo/ cruza el gemido del niño/ la lengua rota del viejo.

Abrazados sueño y tiempo se corresponden. Como si ese tiempo de Rosita y su sueño de amor se debieran el uno al otro, o el sueño del orden familiar y la dedicación en la Tía, o el sueño del investigar botánico del Tío, o el de don Martín, etc.

Pero parecen sueños convencionales. El amor de Rosita en un momento aparece como acostumbrado, de los que se consienten. Dice la Tía en el ACTO PRIMERO: La lengua se me debió pegar en el cielo de la boca antes de consentir tu noviazgo.

Como si este amor estuviera necesitado de ser complementado con un contenido expresivo que todavía nos arrebata, como en la escena final del Acto Primero entre los novios, Rosita y su primo, al que ni siquiera se le asigna nombre propio.

Una noche, adormilada/ en mi balcón de jazmines, / vi bajar dos querubines/ a una rosa enamorada. (ROSITA, ACTO PRIMERO).

Y así los demás, sueños convencionales que se pueden originar en el sueño principal. Como dice la MADRE de las SOLTERONAS en el Acto Segundo: Gusto no me falta, lo que me falta es dinero.

El sueño principal es el de la acumulación, del que ninguno puede escaparse del todo, aunque algunas personas mantengan la dignidad. Una dignidad impotente porque no puede cambiar las cosas. Una negación abstracta del individualismo posesivo, que de esa manera se perpetúa. Tal vez sólo en el AMA no aparezca la negación fundada en construcciones abstractas: Por eso siempre diré: ¡Malditos sean los ricos! ¡No quede de ellos ni las uñas de las manos! (ACTO TERCERO).

La importancia del tiempo, del tiempo social, se remarca también en las precisas instrucciones que contiene la obra sobre los vestuarios, que también se han cuidado esmeradamente en el montaje que comentamos, y en otros elementos contextuales, como en el parecido que reconocen los personajes entre el muchacho del último acto y su madre, una de las anteriores Solteronas.

Hay dos elementos notables que materializan el tiempo en la elaborada y esmerada presentación de Ángel Monteagudo. El primero es que en el precioso ventanal que da a la Alhambra, que sirve de fondo al escenario, se proyecta un vídeo, creación excepcional de Rafa Muñoz, con el paisaje de vegetación y de cielo que cambia adecuadamente con el discurrir de la representación.

El segundo es una interpolación en que los dos actores que representan a dos de las Solteronas, que están acondicionando el escenario tras un telón delantero semitransparente, para dejarlo adecuado a la representación del tercer acto, denuncian en tiempo social real de la actualidad, de 2025, la arbitraria y criminal persecución que sufren por querer ir vestidos con ropas de mujer.

Las interpretaciones fueron sobrecogedoras. Sentidas, ponderadas, intensas, y a la vez relajadas y fluyentes. Verdaderas creaciones. Cada una de las actrices y de los actores supieron aportar a los personajes del texto, apoyadas por el criterio del director, dimensiones ya existentes pero que suelen pasar desapercibidas en la lectura.

¿Y qué hacer con ese tiempo que nos arrastra? ¿Nos quedamos igual? Ayer se nos dio un extraordinario ejemplo. Experimentemos, construyamos nuevas gramáticas que nos rescaten de la pesadilla de ese tiempo lineal de la acumulación que todo lo destruye. Experimentemos con el arte, por ejemplo. Los personajes de la obra quedan atrapados. Quizá podamos interpretar por qué. Pero nosotros no nos podemos permitir esa pasiva resignación, nos podemos autorrescatar con y en el trabajo colectivo. Como ayer nos enseñaron las personas que conforman el elenco del Aula de Teatro. Lo hemos experimentado en la representación de la obra. No se han resignado a esa pasividad que muestran los personajes. Y poseemos imaginación para experimentarlo una y otra vez, las que hagan falta. Como decía Debord (La sociedad del espectáculo, Pre-Textos, pág. 152), el tiempo irreversible unificado es el del mercado mundial. No nos resignaremos a él. Siempre serán necesarias afortunadamente las experimentaciones que nos sustraigan de las rutinas devenidas. Y, por supuesto, la conmemoración innovadora de la obra de Federico García Lorca.


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