Los montes no estaban limpios

La suerte quiso que el fuego no ardiera este verano

Miguel Ventayol

En cualquier pueblo de Albacete, como en casi toda España, existen, prefabricadas o no, las rutas del colesterol; una manera socarrona de llamar a los paseos de señoras, señores y no tan señoras ni señores. Unos pasean despacio, otros caminan a toda mecha, algunos llevan zapatillas del mercadillo, otros de 100 euros, pero todos siguen hacia delante, por unas u otras zonas y razones.

En algunos sitios, muchos la verdad, los caminantes prefieren el arcen de la carretera, con chaleco reflectante eso sí, so pena de multa (la Guardia Civil con la ley en la mano no permite conductas de este tipo en muchos de nuestros pueblos), porque el arcen de la carretera es lo más parecido a no perderse y llevar la dirección correcta. El mismo arcen que se convierte en un peligro si se camina de manera imprudente.

Otras personas caminan por las afueras, por los montes e incluso escalando cerros. Miras para un lado, miras para el otro, contemplas el paisaje pero, sobre todo, miras dónde pones los pies; no hay que fiarse, por mucho que conozcas el camino.Para no tener accidentes.

Por eso es noticia que este verano no haya habido otro tipo de accidentes: los fuegos.
El fuego.

2014-07-28 13.58.58

Cuentan que en otra época, un señor con mucho monte y jornaleros miraba el fuego acercarse a sus tierras sin que nada ni nadie pudiera pararlo. Juntó en un corrillo a sus hombres y les prometió que si las llamas no alcanzaban sus terrenos, mataría varios corderos para disfrute exclusivo de sus estómagos.

El fuego no pasó en aquella ocasión.

Este verano ha sido de los duros, no ha caído ni una gota de agua en Albacete. Bueno, no es cierto, alguna tormenta de esas que estropean más que arreglan ha caído, de granizos duros como piedras. Pero el resto del verano, sequía, sequía, sequía.

Y cuando la tierra está seca, los vecinos miran los retenes de bomberos, se asustan cada vez que un helicóptero sobrevuela sus poblaciones y cruza los dedos. En Albacete ha hecho mucho calor, no ha llovido y, para más inquietud vecinal, los montes (muchos de nuestros montes) no estaban lo limpios que hubiéramos querido, para nuestra tranquilidad mental y para la tranquilidad de miles de vecinos.

Porque el fuego lo conocemos todos, a pesar de que nos sorprendemos comprobando cómo las llamas saltan una calle entera para seguir arrasando al otro lado del polígono, o del monte.

Pero no ha pasado nada, salvo cuatro conatos bien controlados y sofocados por los profesionales de la prevención y la extinción.

Faltan veinte días para que el verano termine y nuestra tierra se ha salvado.

¿A quién debemos dar las gracias?

Daré gracias al cielo porque como yo, muchos habréis caminado por zonas sucias, cargadas de la basura que deja el monte y se convierte en pólvora mirando al cielo, suspirando por agua, suspirando porque ningún bote de refresco, ninguna colilla, ningún matojo, ninguna parrillada, se transformara en bosque quemado.

Sí, tenemos los mejores profesionales, tenemos los mejores equipos; pero a juzgar por lo que dicen sindicatos y personas que saben de prevención de montes, la buena noticia se debe a la suerte, pura y dura.

Así que estamos de enhorabuena. La noticia, la buena noticia es que hemos tenido suerte.
En este caso da lo mismo, lo importante es lo que no ha sucedido. Hemos podido caminar por los montes sin necesidad de correr despavoridos.

incendios, miguel ventayol