El derecho a la vida, ¿solo del 'no nacido'?

El Albacete profundo

Verónica Blanco

En ocasiones, echo de  menos a aquella mujer que con su ferviente manifestación quiso reventar el acto de la Red Feminista. Echo de menos su defensa de la vida. Echo de menos a una de sus hijas llamándome “nazi” y “espartana”, ya que según ellas era una “asesina”.

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Si nos remontamos a la historia, podemos averiguar que los espartanos al nacimiento de un bebé, convocaban un comité de sabios. Si los sabios no consideraban al bebé lo suficientemente fuerte o robusto lo arrojaban por un acantilado, por un barranco, o a la mar. Y allá en la mar morían, al igual que la quincena de inmigrantes que lo han hecho recientemente en la costa de Ceuta.

¿Donde está la indignación por la pérdida de una persona ahora? ¿Dónde están las fotos de los cadáveres para que las vean? ¿Es que la vida de las personas tiene diferente precio?

No sé si somos realmente conscientes de la gravedad del asunto. Vamos a imaginar que en vez de 400 ciudadanos subsaharianos hubieran sido 400 ciudadanos españoles, y que en vez de cruzarse las aguas del estrecho hubieran cruzado los pirineos y que algunos de ellos hubieran perecido en el intento. Quiero pensar y pienso, que nos indignaría sobremanera y pediríamos las pertinentes explicaciones al ministro del Interior Francés. ¿no? . No se me pasa a mí por la cabeza, que Ángel Carromero hubiera sido expulsado ilegalmente de Cuba. ¿El partido político en el que milita, se hubiera levantado en armas contra los “bolcheviques rojos” de los cubanos ante tal agravio, ¿no? La vida de Carromero es tan digna como la de cualquier otra persona, ¿no?

Más grave aún es que el ministro Fernández Díaz haya admitido que “en casos puntuales” se expulsa ilegalmente a inmigrantes. Es, cuanto menos, escandaloso que un ministro del Interior reconozca públicamente que “a veces” viola la ley común, po que si lo reconoce públicamente quiere decir, que lo hace siempre.

Igualmente escandaloso es que diferentes ONGs nacionales e internacionales, como “HUMAN RIGH WATCH” hayan venido denunciando casos de violencia contra los inmigrantes por parte de las autoridades de Marruecos y de España y que, aparte de no poner ninguna solución, la única explicación que dé el portavoz de la Guardia Civil sea que solamente lamenta los casos de tres guardias “levemente heridos”.

En realidad no me extraña, pues  a lo largo  nuestra historia  política  en cuanto a relaciones internacionales se basa casi exclusivamente en cerrar grandes negocios , obviando las relaciones de la materia prima más importante de los países: las personas.

Es increíble que en pleno siglo XXI el dinero negro tenga visa de cortesía para ser blanqueado en cualquier rincón del mundo, y que las personas no puedan gozar de ese privilegio. Lo sé, no soy estúpida, se trata del macabro chiste del capitalismo. Y es cierto que no es  un problema nuevo y ningún partido político ha hecho todo lo que debería al respecto.

Aún permanece la parte de la sociedad que representa todo lo que odio de España: su parte oscura, su parte retrograda. A los niños y niñas en los colegios, el 24 de enero se les hacen actos muy bonitos con palomas blancas, pero educar para la paz  y el respeto sigue siendo una materia pendiente del sistema educativo. No se puede educar para la paz si no se enseña a cómo resolver un conflicto, y tampoco se puede si no se fomenta la interculturalidad como parte indivisible y enriquecedora para crear una sociedad mejor.

También la televisión pública, es responsable ya que debería haberse hecho eco y tratar de abordar este tema pero ha preferido poner en pantalla en traje corto a la nietísima de Franco bailando pasodobles. Esta es la España profunda a la que me refiero, la inculta, la primitiva. La España en la que aún quedan mujeres dando charlas en los colegios a las niñas sobre como cerrar las piernas, en vez de enseñarlas a como abrir sus mentes.

Aún sigue habiendo ciudadanos con el odio mal proyectado y culpan de la crisis a los que un día llegaron con una mano delante y otra detrás a ayudar a hacer próspero el país. Aún no nos hemos dado cuenta que el problema no sea que un grupo de personas crucen de frontera, y que el problema sea que nosotros pongamos una frontera. Detrás de cada inmigrante que salta la valla o cruza el estrecho hay una historia y unos sueños.

Qué orgullosa me siento a veces de mi profesión cuando recuerdo que gracias a ella me ha dado la oportunidad de conocer esas historias y esos sueños. Cada uno de ellos para mí representan las ganas de vivir, las ganas de luchar y las ganas de conocer lo que hay después del marcomo dice una canción de Calle 13

Nazca donde nazca, vaya donde vaya, ningún ser humano puede ser ilegal.

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