Querida enemiga, Mónica Oriol:
No, no te asustes, esta carta también es de admiración. Pero, sí, eres mi enemiga. Eres la antítesis de lo que mara mí representa una mujer. Incluso, voy más allá, eres la antítesis de lo que para mí representa una persona civilizada.
Pero te tengo que admirar, Mónica Oriol, por decir lo que la mayoría de los empresarios piensa pero no dice. Por decir lo que está establecido en la nueva Reforma Laboral pero nadie sabe. Por decir lo que el actual Gobierno quiere.
No nos engañemos, aún vivimos en España, la España que tiene por bandera la cultura de acorralar a un animal a base de lanzas, lo cual es un buen símil de lo que los empresarios están haciendo con la clase trabajadora.
Imagino que tu vida ha debido ser muy fácil, pues si de lo contrario fuera no hubieses osado a decir semejante GILIPOLLEZ, en mayúsculas.
Querida enemiga, lo más doloroso no es que tú (lo siento, pero ya no me sale llamarte de usted) seas mujer y tires piedras sobre tu tejado, ni siquiera es doloroso el atronador silencio de las asociaciones “provida” y las mujeres de pelo perfecto. Lo realmente doloroso es que mañana, la semana próxima o probablemente el año que viene, seguirás siendo la presidenta del Círculo de Empresarios. Y seguirás, como otros tantos magnates, chorizos de guante blanco, representando los valores de los que se jactan los fascistas ultracatólicos que hoy están en el poder, valores que ridiculizan a cualquier sociedad emancipada y civilizada.
No me sorprende el silencio de los “provida”, pues no se inmutan para defender la vida de los dependientes, ni lo hacen para luchar contra la injusticia católica de los bebés robados, ¿por qué lo iban a hacer para defender los derechos laborales de las mujeres? Abortar es un pecado mortal pero no contratar mujeres en edad fértil es el camino que dicta el Señor. ‘Cásate, sé sumisa’. Vamos, resumiendo, mujeres de clase obrera y “parásitas”, que si queréis tener hijos y carrera profesional deberíais haber tenido padre franquista y del Opus Dei.
Me conmueve, querida enemiga, tu falta de empatía y tu cinismo pues me gustaría que me explicases por qué tú puedes tener seis hijos por ser rica y si yo quiero ser madre y trabajadora me tengo que joder. Aunque por otro lado no me extraña nada que se atreva a decir semejante barbaridad, pues su trabajo, que se limita a decir GILIPOLLECES, sí, ¡con mayúsculas! debe ser perfectamente compatible con la crianza de su gran familia.
¿Sabes? Mi madre, tías, abuela, maestras, científicas, periodista… la mayoría de las mejores profesionales que conozco han sido madres y han llevado una vida profesional exitosa. Me temo que tú, querida enemiga no puedes decir lo mismo. Tú, presidenta de la empresa responsable de la tragedia del Madrid Arena. Tú, dueña de las vomitivas palabras que dedico a los desempleados. Tú, explotadora sistemática.
Verás, aunque te resulte extraño, al igual que a Cañete, hay mujeres que luchan por su dignidad laboral, al mismo tiempo que educan a sus hijos e hijas para que en un futuro sean ciudadanos con valores honestos y justos. Dudo mucho que tú hayas educado a nadie en esos valores. Querida enemiga, como te he dicho, debo admirar tu sinceridad pero debo decirte que tu idea no solo es políticamente incorrecta sino también enfermizamente machista y misógina.
¿Recuerdas, querida enemiga, que te invité conocer la temporada de vendimia, cuando me llamaste parásito? Te escribo estas palabras y aún noto calambres en las manos, pues yo sí que -otro año más- la he tenido que conocer. Por suerte, por desgracia. No me avergüenzo. A pesar de, como ya te dije, contar con varios títulos universitarios. Tú sí deberías avergonzarte.
No has venido a visitarme. No has podido conocer a madres saludando al día a las seis de la mañana. Madres educando a sus hijos y sus hijas. No las has visto trabajar con energía y no las has visto llegar a su casa y trabajar con más energía aún.
¡Cómo me hubiese gustado que las conocieras! ¡Cuánto habría disfrutado de tu cara al sentirte más pequeña que ellas! ¡Cuantísimo hubiese gozado al ver que al lado de ellas te sentías miserable! Porque lo eres, ya te lo dije cuando me dijiste parásito, y te lo repito ahora.
No soy madre pero lo seré y lucharé por llevar mi vida profesional adelante con dignidad, con la cabeza alta, como lo han hecho las mujeres de mi familia, a pesar de que existan parásitos fascistas como tú que nos infravalore.