Estamos a mediados de mayo.
Es mayo, elecciones, hay periodistas de la provincia investigando empresas, candidatos y posibles trapos sucios, aunque luego solo podrán aparecer en El Plural a través de filtraciones porque en Albacete la libertad de prensa es como los chistes de Muchachada Nui o José Mota: al principio eran tontás, luego se convierten en la repera porque vienen de Madrid.
Es mayo, hace calorcico y el candidato se pasea impoluto bajo la sombra de la Catedral. En estas elecciones hay quien camina erguido y quien corre ya cabizbajo porque no llega, como algunos corredores aficionados en la maratón. Es cuestión de imagen, de cómo te quede la chaqueta, si sus zapatos están limpios, si hueles a sudor a media tarde o cuando hablas te apesta el aliento.
Los van a colgar en las farolas, en las paredes y en las paradas del autobús.
A estas elecciones se presentan políticos que alardean de no ser políticos. Otros son políticos en su vertiente más picaresca, española, castiza y charlatana vendemantas. Hay algún candidato que no es político sino «gente normal que quiere trabajar por su ciudad», chocará con los grupos que conforman el grueso del Ayuntamiento, ese sitio donde te pueden ahogar en documentación sin apenas darte cuenta.
Son personas sinceras que se llevarán el golpetazo debido a su propia ingenuidad, falta de experiencia en el ámbito político (por más experiencia profesional que disponan en otros ámbitos), los contrincantes e incluso los propios compañeros de candidatura.
El dolor es un maestro cruel, como los golpetazos que da la vida a las personas honradas, quienes caminan de frente y con sinceridad.
Es mayo, el candidato ha aprendido a manejarse en las distancias cortas aunque otros aspectos no le hagan justicia; mientras que el otro candidato ha aprendido a sonreír, dar la mano con desparpajo y dejarse querer.
Uno de los candidatos promete volver a como estaban las cosas en 2011, entiende que antes de ese año las cosas estaban mucho mejor de lo que estan ahora. Mientras que el candidato A quiere mejorar un poco más y no duda en prometer y promete tantas veces como tenga oportunidad.
Pero los ayuntamientos de la provincia de Albacete, como el de Albacete mismo, no serán cosas de uno, ni de dos, es posible que ni de tres, serán tuti frutti. Los candidatos se reunen con las mismas asociaciones una vez y otra, instalan sus puestos en los invasores y alzan la voz sobre el griterío de ofertas, rebajas, carritos y furgonetas.
Se juntan con los sindicatos, con los deportistas, con Adeca y Feda, se juntan en los barrios, caminan por el centro y estiran el cuello, almuerzan en los barrios y las pedanías, cafetean con los medios de comunicación (a veces incluso se van de comilona con ellos), se hacen fotos y las cuelgan en Facebook, porque ahora hasta el más tonto de los candidatos tiene ‘feis’ y Twitter. Hacen promesas y terapias de grupo, van a romerías e incluso a partidos de baloncesto y dicen «gol», cuando cuelan canasta; y «ole», cuando el Alba cuela gol.
Pero estas cosas se perdonan en campaña, salvo que se filtren a un medio de comunicación estatal, o las publique un medio regional subvencionado; entonces se convierten en noticias gigantes. Entonces el impoluto candidato tendrá que recurrir a aquella estrategia tan buena y reconocible denominada «tú más».
Sin darte cuenta será día de reflexión, sin darte cuenta será día de votar. Entonces no podrás decir ni hacer nada.