¿Qué hicimos para merecer ésto?

“Si los niños van a la escuela, ¿quién va a trabajar en el campo?”

Felicium

Se está haciendo eterno pero como reza el dicho, “no hay mal que cien años dure”. Me estoy refiriendo obviamente a la primera –y esperemos última- legislatura de Cospedal en Castilla-La Mancha, que se someterá al veredicto ciudadano el próximo mes de mayo.

Podríamos ir ya haciendo un balance de lo que han supuesto estos cuatro años de Cospedal para nuestra región, ya que a partir de enero las maquinarias de los partidos se centran casi exclusivamente en la campaña electoral y en intentar conseguir la victoria en las urnas. Y a mí, a estas alturas de la legislatura me surgen muchas preguntas:

  • ¿Vivimos los castellano-manchegos mejor o peor que antes de la llegada de Cospedal?
  • ¿Hay más oportunidades de empleo y de futuro para nosotros antes o después de la llegada de Cospedal?
  • ¿Los servicios públicos funcionan mejor o peor que antes de que llegase Cospedal?
  • ¿Tenemos los castellano-manchegos más dinero en los bolsillos que antes de la llegada de Cospedal?
  • ¿Los intereses de Castilla-La Mancha se defienden en Madrid mejor o peor que antes de la llegada de Cospedal?

Los castellano-manchegos nos hemos enfrentado a un drama y hemos vuelto a reconocer como ADN propio de nuestra tierra: la falta de oportunidades, la marginación y el desamparo de una tierra que, por lo general, siempre fue olvidada. No quiero caer en el discurso victimista que otros sacuden con bastantes menos razones por el noreste de España, simplemente quiero retratar lo que han vivido en esta tierra nuestros predecesores inmediatos.

La Autonomía de Castilla-La Mancha, esa en la que jamás creyó la derecha y que otorgó a nuestra tierra una serie de oportunidades y avances como nunca habíamos visto en estos lares. La gente de mi generación crecía en una tierra que empezaba a creer en sí misma, que construía universidades, que levantaba hospitales públicos de calidad, que recuperaba sus tradiciones y sus orgullos y que defendía sin tapujos su agua.

La Universidad de Castilla-La Mancha

Castilla-La Mancha dejaba de ser el coto de caza privado de los señoritos de Madrid para convertirse en una autonomía líder en políticas y avances sociales. No fue fácil, y nadie creyó en nosotros; de forma irónica, cuando José Bono apostó por la Universidad de Castilla-La Mancha, algunos ironizaban con su nombre y se burlaban de nuestras posibilidades sugiriéndonos nombres para nuestros campus como “Harvacete”. Pues bien, “Harvacete” y la UCLM fue una realidad que otorgó la posibilidad de estudiar en su tierra a quien antes jamás había tenido la oportunidad de hacerlo.

En la Castilla-La Mancha que cogió el PSOE allá por el año 1982, la gente preguntaba inquieta ante los proyectos del nuevo Gobierno Autonómico, “¿si los niños van a la escuela, quién va a trabajar en el campo?”. Tan solo unos años después la red de colegios públicos en Castilla-La Mancha no solo no era suficiente, sino que era una envidia en otras comunidades con muchos más recursos, al igual las políticas de educación y gratuidad de libros de texto que a muchos permitió estudiar en las mismas condiciones que el hijo del más rico.

Lo mismo ocurrió con la Sanidad, apostando por una sanidad pública de máxima calidad, de referencia a nivel nacional, ejemplo de cómo aplicar una Ley de Dependencia que reconocía a los más débiles y frágiles de la sociedad su hueco igual en la misma.

La pesadilla Cospedal

Pero como si de un bonito sueño se tratase nos despertamos cuando, con cantos de sirena y prometiendo algo todavía mejor, aprovechando los no pocos errores que también cometieron los gobiernos que levantaron Castilla-La Mancha, llegó al Gobierno una señora que decía ser de Albacete.

Una señora que con ínfulas de noble se cambió su apellido poniéndose un “de” delante del apellido para parecer alguien importante. Una señora que empezaba su carrera política importante siendo consejera de Transportes de la Comunidad de Madrid, y que vio en la tierra, de la que no se siente parte, un filón para hacer carrera política siempre con un ojo puesto en Madrid.

Era difícil pensar que no conociendo nuestra región pudiese defender acertadamente a la misma y aplicar las políticas que una tierra con estas particularidades necesita, pero jamás nos imaginábamos que no solo no iba a saber lo que esta tierra necesitaba, sino que iba a entrar a destrozar todo lo que antes habíamos construido entre todos.

Cospedal ofreció a nuestra tierra como conejillo de indias, como experimento para aplicar las políticas de austeridad más duras y más crueles de toda España. Los castellano-manchegos nos convertíamos en cobayas de laboratorio del neoliberalismo más desaprensivo.

Se fue a por la Educación pública sin miramientos, echó a profesores mientras no se contrataban a nuevos para suplir las jubilaciones convirtiendo nuestras aulas en espacios de hacinamiento. Destruyó la Sanidad, robándole el sueldo a los responsables sanitarios y recortando el personal de forma escandalosa. Humilló a las personas dependientes quitándoles su derecho a vivir con dignidad, de forma que en la Castilla-La Mancha de Cospedal cada 4 horas una persona dependiente perdía tal condición. Y de la gratuidad de los libros de texto nada se supo, por supuesto.

La excusa machaconamente repetida era la de que no había dinero porque el anterior gobierno había arruinado la región pero este argumento falaz se desmota fácilmente, ya que para los cargos enchufados a dedo por tener carné del PP sí hay dinero de sobra: la Consejería de Presidencia cuenta con 41 “asesesores” que nos cuestan 2 millones de euros. En el resto de consejerías solo los asesores se llevan casi 4 millones de euros.

Cospedal gasta lo mismo en pagar a sus amigotes que en ayudas sociales a los más desfavorecidos, ¡esa es la espeluznante realidad! Por no hablar de que su marido ha multiplicado sus ingresos por 14 desde que Cospedal es Presidenta de la Junta, ¡por 14!

Igual que en una pesadilla en la que gritas y gritas y no te sale la voz, sin voz nos hemos quedado en Castilla-La Mancha en temas de agua a nivel nacional, con el consiguiente drama de nuestro campo. Y ante este miedo, reforma unilateral y sin consenso de la Ley Electoral para intentar ganar en España las Elecciones, a través de un pucherazo sin precedentes.

Como dijo nuestro paisano Constantino Romero: El legado político de Cospedal será nulo. Sólo quedará de ella la amargura que ha causado. Demasiada ambición y escaso talento.

Afortunadamente tenemos la oportunidad de despertar de la pesadilla el próximo mayo. Una convocatoria para recuperar la dignidad de nuestra tierra.

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